¿Qué es la meditación?
La meditación comienza cuando aprendemos a girar el foco de nuestra atención desde la realidad física exterior hacia el interior de la mente, con una actitud de curiosidad y amabilidad. Pero podemos preguntarnos ¿qué es la mente? ¿qué es un pensamiento? ¿de dónde vienen los pensamientos y las emociones? ¿quién es este yo que quiere meditar? de esto precisamente trata la meditación. La meditación es auto conocimiento. Trata de mirar hacia adentro y observarnos, trata de averiguar quiénes somos realmente, qué es la mente, qué son los objetos mentales, cómo surgen, cómo funciona,… Meditar es adentrarnos en lo más profundo de nuestra psique, observándola en vez de siendo arrastrados por ella. No es fácil, pero es un viaje de auto descubrimiento completamente enriquecedor.
Entramos en el ahora
Para meditar debemos entrar en el ahora y salir de los contenidos de nuestras mentes y de los contenidos de la realidad física. Nuestra atención ya no está dispersa en lo que percibe a través de los 5 sentidos, ni en la corriente subyacente de pensamientos, emociones, percepciones, imágenes y anhelos. Salimos de nuestro sentido habitual del yo y entramos en un espacio infinito y consciente. Al hacer esto dejamos progresivamente de identificarnos con los contenidos de la realidad física de nuestra vida y con los contenidos de la corriente subyacente.
Cuando entramos a través de la meditación en ese espacio infinito y consciente, también nos damos cuenta de que yo sigo siendo, y este es un yo más real y también más profundo, un yo que tiene más claridad y sabiduría. Está en el AHORA, y es el mismo yo de hace muchos años, y el que seguirá siendo. En la vida diaria nos resulta difícil percibir a nuestro verdadero yo porque está velado por los contenidos de la mente y por las circunstancias de la vida física, por todas las cosas de este mundo que nos afectan. Es así como perdemos nuestra conexión con nuestra conciencia/alma, con nosotros mismos, con quienes verdaderamente somos, y nos identificamos con el mundo y con nuestro cuerpo. El AHORA ya no está cuando nos identificamos con lo que percibimos, que son los contenidos del espacio físico y mental.
Perdidos en la realidad física
Cuando nos perdemos en el mundo, en la realidad física, funcionamos en piloto automático, el cerebro funciona por sí mismo, y lo suele hacer bastante bien, pero manas dirige y no tenemos atención consciente. Comenzamos a ser marionetas de los que ocurre, dentro y fuera de nuestras mentes, identificándonos con los contenidos del mundo, con las aflicciones, y olvidando quienes somos verdaderamente. Si hace sol, estoy contenta. Si llueve, estoy triste. Si gano un premio, me siento afortunada. Si me roban, me siento desgraciada.
¿Sobre dónde se sustenta mi sentirme bien?
¿Puedo dejarlo estar? Déjalo estar, ¿puedes hacerlo?
¿Puedo observar el mundo, y a mí misma sin entrar en el bucle pensamiento-emoción-sensación corporal?
¿Puedo actuar tras haber observado, y no reaccionar? ¿Puedo?
A un nivel muy profundo somos espacio consciente, lleno de paz, compasión, infinito. Ese es el camino hacia casa.
El camino hacia el interior
Cada minuto que dedicamos a meditar vale la pena mucho más de lo que podamos soñar o imaginar. Algunas veces podemos llegar a sentir que no avanzamos tan rápido como quisiéramos y podemos preguntarnos hasta donde podremos llegar con el paso del tiempo. A veces no nos damos cuenta de cuánto progreso hemos hecho ya porque el cambio viene de manera gradual. No hay una varita mágica, ni un medidor, ni una cámara de video que grabe lo que experimentamos, requiere dedicación.
El camino hacia el interior es una aventura cuya recompensa se manifiesta cada día de nuestras vidas, y mientras haya sinceridad y determinación para continuar, el objetivo está garantizado. La meditación es el camino de salida, hacia la libertad.
Quien no conoce el funcionamiento de su propia mente también desconoce la de los demás. Una vez que comenzamos a conocerla, continuamos nuestro camino hacia niveles de atención cada vez más profundos, y es de esta manera como un venerable día experimentamos que podemos trascenderla.
Autora: Elena Alfaya Lamas ©