La historia de Chenrezig
Os voy a contar una historia que me gusta mucho, la historia de Chenrezig. Yo la aprendí del linaje tibetano Kagyu, a través de la Mindfulness Association y a través de sus enseñanzas sobre Mindfulness, Compasión e Insight. Espero que os guste:
CHENREZIG, el buda de la compasión, se arrodilló ante Amitabha, el Buda de la Luz infinita, el más importante. Hizo el voto de trabajar incansablemente en beneficio de todos los seres vivos. Dijo que no descansaría en la paz del Nirvana hasta que todos los seres se liberasen del sufrimiento. Hizo el voto de que si rompía su compromiso, estallaría en mil pedazos.
Chenrezig comenzó su labor de ayudar a los seres sintientes, y quedó muy impresionado por el profundo dolor en que todos estaban sumergidos. Abrumado por la enorme compasión que sentía por todos los seres que sufrían, lloró mucho.
De sus lágrimas surgió Tara, la madre de todos los Budas, la Buda femenina de la compasión y de la capacidad de acción y superación de todos los obstáculos; una bodhisattva conectada con la superación del miedo y con inculcar valentía en los corazones de aquellos que la invocan. Tara es la esencia de las mentes sagradas de todos los Budas, una divinidad que libera a todos los seres sintientes del miedo del samasara.
Así que ahora, Chenrezig, tenía una aliada. Y entonces, él y Tara trabajaron durante incontables eones (1 eón son 1.000 millones de años) para liberar a los seres del sufrimiento, y para abrir sus ojos a la verdad de su propia sabiduría innata y a la compasión.
Un día Chenrezig decidió subir a la cima de la montaña más alta del universo, el Monte Meru, para revisar su progreso. Desde allí miró hacia abajo, a los distintos reinos de la existencia, y para su gran consternación, a pesar de todo su trabajo durante incontables eones, el número de seres sumidos en la miseria y el sufrimiento era innumerable.
Su entusiasmo se vino abajo y sintiéndose deprimido y triste decidió renunciar a su voto de no descansar hasta poder liberar a todos los seres del sufrimiento. Chenrezig se marchó a descansar en la paz del Nirvana.
Al hacerlo, Chenrezig se rompió en mil pedazos, porque había roto su promesa a Amitabha, y los fragmentos de su sublime cuerpo cayeron a los pies del Monte Meru, dispersándose en la llanura.
Esto agitó mucho a Amitabha, quien, mirando hacia abajo desde el Nirvana, vio no sólo que Chenrezig se había roto en mil pedazos sino también que su creación estaba hecha un caos y en gran agonía.
Amitabha, decidió hacer uso del poder de su mente iluminada y revivió a Chenrezig de los fragmentos rotos. Ahora Chenrezig era más poderoso que antes, y una vez más, en presencia de Amitabha, tomó su juramento de liberar del sufrimiento a todos los seres, y no descansar en la paz del Nirvana hasta que completara su trabajo.
-Fin-
Reflexión.
Esta historia se relaciona con nuestro propio camino. Nos muestra ese proceso por el que todos pasamos en nuetras vidas: se nos abre el corazón, surge en nosotros la compasión que nos impulsa a ayudar y a lograr grandes cosas, a liberar a otros de su sufrimiento. Y luego está la decepción, porque vemos que nuestros esfuerzos no están dando los frutos que esperábamos. Así que nos desilusionamos, nos estrellamos contra el suelo y sentimos la frustración, e incluso fracaso. Pero después de este descenso se inicia un proceso de reintegración, y a partir de nuestro dolor y desesperación nace algo mucho más grande, más poderoso y auténtico. Debemos aguantar ahí, con el corazón abierto y consciente, aunque la vida se presente desafiante y se nos caiga a pedazos. El mundo en el que vivimos y la persona que pensamos que somos son nuestro verdadero campo de trabajo.
Otro día os contaré la historia de Tara.
¡Que tengáis un buen día! y si se presenta desafiante, ya sabemos qué hay que hacer…
Elena Alfaya Lamas©